Estás loca... ¿Cuándo vas a sentar la cabeza?

Una maestra, de tu edad... No debe andar haciendo el cabra por ahí, deberías sentar la cabeza, formar una familia, cuidar de ellos y de tus alumnos, no seas irresponsable, no seas egoísta, te necesitan...

¡Sí! Me necesitan, me necesitan viva, llena de vitalidad, de entusiasmo que contagiar, creo que ese es el secreto...

Sí, así es... A lo largo de mi vida, esta frase se ha repetido en unas cuantas ocasiones.

"Clara, montar a caballo es muy bonito, pero esa lesión tuya crónica de cuello no va a mejorar si no paras... Bueno, o también puedes cambiar de disciplina, deja de saltar, haz algo más tranquilo, así te caerás menos..."

Bueno, por una razón, o por otra, mi vida hípica se tomó un descanso, y en ese impás, buscando deportes que ayudaran a recuperar la musculatura de mi espalda y mi cuello, comencé con la bicicleta de montaña.

Me llamo Clara, tengo 37 años y me declaro oficialmente enganchada al fascinante mundo de la bicicleta en general, concretamente la bicicleta de montaña desde hace ya más de 9 años.

Todo empezó con una sencillita bici rígida, haciendo rutitas cortas, las subidas sólo se veían recompensadas cuando la bajada tenía un poco "emoción", algún escalón, zonas con más pendiente, regueros... Así descubrí la disciplina que actualmente practico que se ha convertido en mi medicina antiestrés y para cargarme de energía.

¿Puede existir un plan mejor que visitar un montón de lugares inalcanzables que sería impensable que diera tiempo en un mismo día? En verano, gracias a los bikeparks y sus remontes, podemos conocer el mundo descendiendo por las trepidantes bajadas que tienen preparadas. Saltos, peraltes... Se vuelve posible lo imposible, ahora estás aquí, arriba, a 2400 m de altura y, en 20 minutos estás abajo, volviendo a subir a otra cara diferente de la montaña a conocer y disfrutar de otro paraje completamente diferente al anterior e igual de maravilloso. Y así una vez, y otra, y otra... Podría no cansarme jamás, me llena de energía y felicidad. Pero... Se acaba el verano... ¿Qué pasa ahora? ¡Voilá! El esperado terreno mojado, el olor a humedad, el grip del otoño... Mil ganas de salir a rodar por los senderos llenos de nuevas sensaciones. Me encanta disfrutarlo con mis compañeros de aventuras pero también me chifla escaparme sola.

Es el momento de encontrarse con uno mismo.

Me encanta coger mi bici, echarme al monte, en silencio, escuchando y percibiendo cada señal que me manda la Naturaleza. Se escuchan diferentes sonidos, música para nuestros oídos.

Parar, en una bonita pradera, en lo alto, con vistas alucinantes y sentarme un ratito, disfrutando de todas esas sensaciones, a meditar y practicar un poco de yoga. Ese es mi momento, el momento en el que me pierdo, que escapo del estrés, del ruido, del bullicio de la rutina, del día a día... Y me encuentro. Es mi momento.

No todo son saltos, velocidad, escalones, raíces... No todo es frenético. Os invito a probarlo y disfrutarlo.

Después de todo... A mí no me parece estar tan loca ;)

Clara Cendoya Ibáñez
@clar_ita13


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